miércoles, 17 de agosto de 2016

Lamento por Víctor Barrio.

"La sonrisa de mi hijo. He perdido la sonrisa de mi hijo". Paco Umbral en "Mortal y rosa" describe de forma brutal y dolorosa, pero sincera, la angustia y la desesperación de un padre ante la muerte de un hijo. No hay héroes. Simplemente vacío, dolor, lágrimas... Ayer, el mundo del toro perdió la sonrisa, la nobleza y el valor de una joven torero, Víctor Barrio. Descanse en paz. Su verticalidad, propia de una catedral gótica, su pies juntos, ya no pisarán más un ruedo. Quedan en el recuerdo de quien los disfrutó.

Es hora de lamentos, de pesados silencios, de rabia. Es el momento de honrar al héroe caído. La tauromaquia, madre y madrastra, muestra su verdad más amarga. La estampa de Saturno devorando a uno de sus hijos, ideada por Goya, se transmuta en realidad. Sobran las palabras ante la generosidad de un segoviano capaz de apostarse su vida y perderla por culpa de una maldita racha de viento. Vendrán los homenajes, y luego el silencio, espero que no el olvido, porque la única forma válida de rendir pleitesía a la sangre derramada por Víctor Barrio es asegurar la supervivencia de un rito ancestral, anacrónico pero único como es la lidia del toro bravo. El mejor homenaje a Víctor Barrio es volver a llenar las plazas y disfrutar, emocionarnos, o sufrir, con la bravura de un toro, auténtica fuerza de la naturaleza que de vez en cuando nos enseña su poderío. Con permiso de mi amigo Manolo González, ¡Larga vida al mundo de los toros!

(Artículo publicado www.purezayemocion.com 10/07/2016)

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