domingo, 23 de agosto de 2015

Brisa de esperanza


Nuestra protagonista acaba de cumplir 15 años. Ha visto a su abuela despedazar cerdos. Conoce el significado de la palabra matanza y adora los chorizos caseros hechos aprovechando los fríos de febrero. Sabe que hay que encender una hoguera cuando no se curan como Dios manda. Valora los huevos que ponen las gallinas del patio de su casa. Tienen otro sabor. Los pollos criados con mimo en el mismo corral también tienen un olor y sabor especial. Diferente. Su familia no la forman ecologistas antisistema. Son gente normal que respetan los animales y asumen con naturalidad una de las pasiones de la benjamina de la familia, los toros. Para muchos una "rara avis", nuestra heroína es una joven aficionada de 15 años. En su entorno nadie la juzga. Simplemente le han trasmitido nuestra cultura popular. Tenemos la obligación de enseñar a nuestros hijos, sobrinos, y nietos, sus tradiciones, sus raíces. En La Rioja de toda la vida asamos las chuletas al sarmiento, bebemos clarete, en fiestas elaboramos zurracapote, y el que quiere va a los toros o la pelota.




El pasado jueves fue al chamizo que comparte con su cuadrilla y encendió el televisor para ver la corrida. Ella sola. Poco después llegaron dos amigos suyos, dos chicos, y se sumaron. Ni fu ni fa. El espectáculo les era indiferente pero respetaron su decisión. Al rato, mientras Ponce daba una lección de maestría en el cuarto, aparecieron sus amigas. Se quedaron perplejas. La increparon y una de ellas se puso a llorar. Nuestra heroína se levantó, apagó el televisor y se fue a su casa donde continuó viendo el festejo.
Este año tiene claro que quiere sacarse el abono para la Feria de San Mateo de Logroño de nuevo. Conoce y distingue a El Juli o Enrique Ponce. En su habitación, color rosa, entre otros muchos recuerdos, hay una foto firmada por Diego Urdiales al lado de una entrada para ver a Melendi. El pasado Domingo de Ramos acudió por primera vez a Las Ventas. Fandiño colgó el no ha billetes. Nuestra niña-mujer alucinó si bien le hubiera gustado que saliese a hombros. Tiene un sueño: ir a Francia a los toros.



Por su cumpleaños le he regalado un litografía de Las Ventas. Sonrió. Entonces comprendí que los aficionados, pese a toreros ventajistas, empresarios ruines, o ganaderos mercantilistas, tenemos la obligación de conservar y preservar la fiesta de los toros y sus valores. Sería imperdonable privar a generaciones venideras de su cultura. En septiembre tendré el privilegio de sentarme junto ella en la plaza de La Ribera de Logroño. Mientras ella vaya hay esperanza.

lunes, 17 de agosto de 2015

#Yo Voy A Los Toros Este Año En Calahorra

¡Ojalá los aficionados pudiésemos contar con la ayuda de Marco Fabio Quintiliano y su capacidad de persuasión! Intelectual hispanorromano, nació en Calagurris Nassica Iulia (actual Calahorra) en el año 35 d.C. y está considerado por muchos como el mejor profesor de retórica del mundo antiguo. Ha pasado a la historia por su Institutio oratoria, obra enciclopédica en doce volúmenes que recoge todo cuanto es necesario para formar a un orador.

El orbe taurino debe utilizar cuantas armas posea, incluida su capacidad de persuasión, para sobrevivir a los diversos ataques que de forma orquestada está sufriendo. En este sentido la iniciativa de la empresa Tauroemoción de presentar los carteles de la próxima feria de Calahorra de forma pública junto con la cuadra del rejoneador local Sergio Domínguez, acompañada de una agresiva política de precios, marca el camino a seguir.

La historia de Calahorra, ciudad bimilenaria fundada en época romana, está llena de altibajos. La historia de su feria taurina también. El número de festejos se han reducido de forma importante en los últimos años. También la asistencia a los mismos. Alberto García, nuevo empresario, achaca este declive a una mala gestión. Reconoce que Calahorra, pese a todo, mantiene viva la afición, y su experiencia en plazas como Segovia, Teruel, Cella, o Alcañiz (en esta última multiplicó por cinco la asistencia) invitan al optimismo. Para este año ha programado dos festejos mayores a celebrar los días 30 y 31 de agosto.

Hay que destacar su agresiva política de precios que incluye descuentos del 30% para los integrantes del Club Taurino de Calahorra y del 10% para los socios del resto de peñas taurinas riojanas. El abono para menores de 14 años es 10€ los dos días. 30€ los menores de 25 años. No hay excusa para no llevar a los más jóvenes a los toros en Calahorra.

El acto de presentación, celebrado en la propia plaza de toros, contó además con la actuación del rejoneador Sergio Domínguez. Presentó las nuevas incorporaciones a su cuadra, tres fantásticas yeguas llamadas Miranda, Luna, y Vendimia, además de realizar una exhibición con fines pedagógicos.

La relación de la empresa con el Club Taurino de Calahorra (fundado en 1964 y con 185 socios) es fluida. En el ánimo de todos ellos está conseguir llenar la plaza. Esperan que la afición responda. Javier Gurpegui, presidente de la entidad, nos comenta que desde esta asociación se ha organizado un pregón taurino para el próximo día 22 a cargo de José Luís García García, decano de los presidentes de plazas de toros. Tanto para el día 30 como el 31 han organizado sendas tertulias a celebrar en el hotel Ciudad de Calahorra una vez que haya concluido la corrida.

domingo, 16 de agosto de 2015

Hablemos de toros

–Si algún día el español fuere o no fuere a los toros con el mismo talante con que va o no va al cine, en los Pirineos habría que poner este sentido epitafio: “Aquí yace Tauridia”. Es decir, España. Enrique Tierno Galván .


 


En los últimos tiempos han arreciado las voces contra la tauromaquia tachándola de cruel y sanguinaria. Nada nuevo bajo el sol. Siempre han existido detractores de este tipo de festejos. Los toros incluso fueron prohibidos en varios momentos, especialmente en el siglo XVIII con la llegada de la dinastía Borbón. Pretendían “ilustrar” España. Ministros, como el Conde de Arana, promulgaban una nueva moral, y sostenían que las corridas de toros favorecían el absentismo laboral, daban una mala imagen de España, y encarecían la carne. Las prohibiciones, varias, fueron derogadas una tras otra y la tauromaquia se afianzó.

En la actualidad se nos presentan las corridas de toros como el último eslabón de una cultura, la española, que disfruta con la tortura y la sangre. Falso. Basta con repasar nuestra historia, que dicho sea de paso es una gran desconocida, para desmontar tal razonamiento. Los españoles no somos un pueblo violento, o al menos no más que nuestros vecinos del norte de Europa, que también quemaron unas cuantas brujas en la Edad Media. Tampoco hay que olvidar que mientras holandeses y británicos exterminaron a cuantos indios encontraron en su camino, los españoles tuvimos a Fray Bartolomé de las Casas, por ejemplo. Nos guste o no los toros forman parte del ADN de nuestro país, España, y de su cultura. Enrique Tierno Galván, el viejo profesor y el mejor alcalde de Madrid, siempre lo tuvo claro y lo reflejó en su ensayo “los toros acontecimiento nacional”. Espero y deseo que Carmena lo tenga en su mesilla de noche.




Con 41 años soy presidente de la Asociación Cultural Peña Taurina El Quite de Logroño. La tauromaquia es una de mis pasiones y en los últimos años he soportado de forma estoica insultos y reproches por ello. Me han tachado de asesino, nazi, o sanguinario. ¡Vete a Auschwitz! También me han llamado franquista. Nunca he respondido a estos insultos ni lo haré. Creo firmemente que sus autores se autorretratan por sí solos cuando vociferan en los aledaños de las plazas de toros. Sólo son falsos profetas.

Lo que no soporto es que se mienta en asuntos económicos. Decir que los toros se subvencionan en vez de ayudar a desempleados a pagar la factura de la luz es de un populismo tan simple como peligroso. ¿Y los datos?

En los Presupuestos Generales del Estado no hay un solo euro destinado a subvencionar festejos taurinos, al contrario, las corridas de toros son el espectáculo cultural que más recauda vía IVA. Juan Medina, profesor de la Universidad de Extremadura defiende que la Tauromaquia es un generador de riqueza. Sostiene que “los toros son un acontecimiento que convoca a millones de espectadores y son además un sector económicamente relevante, que no se sostiene gracias a las subvenciones sino que se apoya en una oferta y una demanda de gran alcance”.


 


Este economista aporta varios ejemplos del ejercicio 2011. “En Gijón, la Feria Taurina tiene prácticamente la misma asistencia que el Festival de Cine, si bien el segundo recibe cerca de 300.000€ de subvención. En Granada, el Festival Retroback de Cine reúne a 10.000 personas y recibe 100.000 euros. En comparación, la Feria Taurina convoca a más de 55.000 espectadores. En Huelva, el Festival de Cine cita a 30.395 personas y la Feria Taurina a 23.400, si bien el primer evento se lleva subsidios por valor de 180.000 euros. En Málaga, el Festival de Cine concita la asistencia de casi 44.000 personas frente a las cerca de 80.000 que acuden a los toros en La Malagueta. Sin embargo, el ciclo de cine se lleva 2,4 millones de euros de subvención. En San Sebastián, la Feria Taurina de 2011 reunió a 31.000 personas. Es cierto que el Festival llegó a 158.000… pero el subsidio otorgado alcanzó los dos millones de euros. En Barcelona, el Festival de Cine de Sitges convoca a casi 64.000 espectadores, muy por debajo de los 114.000 que se dieron cita en La Monumental durante la temporada 2011. El ciclo de cine se llevó subsidios por 320.000 euros. Por último, en Valladolid vemos que la Feria Taurina reúne a 51.000 personas, cerca de los 55.000 espectadores del Festival de Cine que, sin embargo, se lleva 1,6 millones de euros en subvenciones. Un cuarto de entrada en la Plaza de Toros de Valladolid genera tantos ingresos en taquilla como todo el Festival de Cine de la Seminci.”



A los argumentos económicos aquí expuestos, aunque escueza, debemos añadir los valores ecológicos. En el actualidad, el toro, animal típico del Mediterráneo (Zeus se reencarnó en astado para raptar a su amada Europa) sólo sobrevive en la Península Ibérica gracias a las ganaderías de bravo. Criado en régimen de semilibertad, en estas explotaciones nos encontramos con un ecosistema único, la dehesa. Sin la tauromaquia uno y otro hubiesen desparecido. 


Desmontado el argumento económico, y analizados los aspectos culturales y ecológicos queda lo más importante: mi libertad. Amo las corridas de toros. Me emocionan. Mientras en el cine todo es mentira, en la tauromaquia todo es verdad. No hay trampa. Cada pase, cada lance, es un instante único e irrepetible en el tiempo de belleza efímera. Por tanto, ¿alguien me puede explicar qué derecho tienen a privarme por la fuerza de una parte importante de la cultura que me han trasmitido mis padres y abuelos? ¿En base a qué nos pueden prohibir llevar a nuestros hijos, nietos, o sobrinos a los toros? “Prohibido prohibir” fue uno de los lemas del Mayo del 68. La generación de mis padres buscó arena bajo los adoquines, querían ser realistas y pedir lo imposible. Hoy los aficionados a los toros debemos, frente a nuevos inquisidores que velan por nuestra moral, pedir lo que se antoja imposible: respeto.

 

Afrancesados, liberales, o masones.

El 11 de diciembre de 1813 con la firma del Tratado de Valençay Napoleón restituía a Fernando VII, mal llamado El Deseado, en el trono de España como monarca absoluto. Vuelta al Antiguo Régimen. Un paso atrás. Cerrojazo a las nuevas ideas. Comenzaba para muchos compatriotas, los “afrancesados”, un tiempo de desilusión. Los afrancesados, término despectivo y peyorativo con el que han pasado a la Historia, eran ante todo un grupo españoles amantes de su país, baste con nombrar a Goya, pero a la vez también seguidores de las ideas reformistas de La Ilustración. La mayoría acabó sus días en el exilio. Fue el primer gran éxodo intelectual de nuestro país. Desgraciadamente tampoco fue el último.
 


La fiesta de los toros, unas de las mayores aportaciones de España a la cultura universal, vive momentos convulsos. No pretendo comparar al actual oligopolio empresarial y su camarilla de cronistas, secretarios, o palmeros con la corte de Fernando VII, ni tampoco afirmar que todo cuanto procede del país vecino es bueno, Simón Casas tiene pasaporte galo, pero sí dejar constancia que muchos aficionados nos sentimos afrancesados. Cada año nos exiliamos unos días y cruzamos los Pirineos en busca de otra forma de concebir la fiesta de los toros. Los mimbres para una corrida de toros son iguales en Francia que en España, pero el cesto que resulta es muy diferente. Vic-Fesenzac es un ejemplo.

Ser liberal, afrancesado, o masón en la España del XIX tenía sus consecuencias. El 1 de enero de 1820 tuvo lugar el pronunciamiento del teniente coronel Rafael de Riego. Militar y liberal, lo que se dice un garbanzo negro, Riego acabó en el patíbulo tres años más tarde por obra y gracia del Fernando VII y sus ministros. Su crimen, querer regenerar España.

Muchos aficionados anhelamos la emoción, el toro íntegro y bien presentado, la variedad de encastes, los tres tercios en la lidia, desterrar las prisas, y sobre todo respeto. En definitiva, regenerar las corridas de los toros. Cada temporada peregrinamos a los santuarios galos en busca de otra Fiesta. La Tauromaquia es Cultura, pero tiene mucho de liturgia, y como tal hay que tratarla.


 


Vic-Fesenzac no supera los 4.000 habitantes. El aforo de su plaza de toros es de 7.000 personas. Durante la feria de Pentecostés esta localidad francesa duplica su población. Su plaza de toros, "Les Arènes Joseph Fourniol", es el centro de todo. El coso permanece abierto prácticamente doce horas al día. En los bajos diferentes artistas exponen sus obras. Un auténtico centro cultural rodeado de carpas con ambiente lúdico donde la cerveza, el armagnac, o el foie gras a medida que avanza la jornada, son el aperitivo de improvisadas tertulias con aficionados de ambos lados del Pirineo. No olvidan nuestros vecinos que el toro es el centro. Cualquier persona, tenga o no una entrada, puede visitar los corrales sin problema alguno y observar los astados que se van lidiar al día siguiente. No conozco otra forma más barata y fácil de promocionar una corrida de toros.

Foto: André Viard



Apostar por el encaste Santa Coloma tiene sus consecuencias. Implica buscar refugio en Francia o desaparecer. Lo mismo que los afrancesados, liberales o masones. Patíbulo o exilio. En los últimos años los cosos franceses se han convertido en el último reducto de todos aquellos ganaderos que crían otro tipo de toros. En la matinal del pasado domingo de Vic-Fesenzac se lidió una corrida de la ganadería de Valdellán. Toros bien presentados, encastados, bravos, aplaudidos en el arrastre y un sexto toro, de nombre Cubano, que protagonizó una suerte de varas extraordinaria. Lucha titánica entre un toro que se arranca desde el centro del ruedo y un caballo ligero de la cuadro de Alain Bonijol que se convierte en una prolongación del picador Iván García. El equino se mueve adelante y atrás citando al astado. El toro acepta el combate y empuja con los
 riñones una, dos, tres y hasta cuatro veces. El público en pie. La música sonando. Emoción. Sublime espectáculo.
 
Por unos instantes soy feliz y me siento afrancesado, masón, o liberal. Encuentro en Francia una forma de concebir la Fiesta de los Toros a la los españoles, cortos de mira pero con clavel en la solapa, no dan la más mínima oportunidad.



 

Volveré a Vic-Fesenzac el próximo año, primero para agradecer a Christopher su hospitalidad, aunque esa es otra historia que les contaré mañana. Un consejo, vayan a Orthez el 26 de julio.