miércoles, 6 de febrero de 2013

Turnedo


Hoy en Logroño llueve y hace frío. Algo lógico en esta época del año. Apetece algo de música. Una sugerencia, Iván Ferreiro.


martes, 5 de febrero de 2013

Había nacido una aficionada.

Entre café y café los compañeros de Cristina solían hablar de toros. Aficionados de pro, intentaban inocularle el veneno de la Tauromaquia. Por momentos parecían profetas de una nueva religión. Durante la feria de San Mateo de su ciudad natal, Logroño, digamos que se dejó arrastrar. Fue varias tardes. No se sintió defraudada si bien es cierto que no alcanzó a entender del todo a sus mentores. Sentía curiosidad por toda la liturgia que rodea a la lidia de un toro aunque no pudiese apreciarla en todos su matices.


Llegó el mes octubre, Feria del Pilar en la cercana Zaragoza, y decidió acompañarlos de nuevo. El cartel, toros de Celestino Cuadri para Javier Castaño, Paulita, e Iván García. Llegó el cuarto de la tarde de nombre Remendón. La cosa no marchaba bien. Cristina mataba el tiempo con su móvil. De repente sus acompañantes reclamaron su atención. El toro estaba en los medios, lejos del caballo. En el ruedo, un picador de los verdad, Tito Sandoval. Esa tarde se sentía torero. Con el beneplácito de su matador, Javier Castaño, comenzó a mover su montura. El caballo levantó las manos. El toro se arrancó con celo desde la distancia. Al galope, derrochando bravura. El tendido se emocionó. Cristina también. En ese preciso momento alcanzó a comprender a sus compañeros. Había nacido una aficionada.




Remendón recibió el castigo preciso. Acudió tres veces al caballo. Recibió el trofeo al toro mas bravo de la feria. Tito Sandoval el premio al mejor puyazo.

Con frecuencia Cristina pregunta a sus amigos cuando vuelven a ir a los toros. Quiere que le avisen, que cuenten con ella.

lunes, 4 de febrero de 2013

Blancanieves sale a hombros.

A todos nos han contando muchas veces el cuento de Blancanieves. Nadie, como reza la publicidad, lo ha había hecho hasta ahora como Pablo Berger. Este director vasco ha imaginado una Blancanieves diferentes a todas. 


La película arranca en la desparecida Monumental de Sevilla (un sueño del gran Joselito el Gallo para competir con la Maestranza). Tendidos llenos y un hombre que arriesga su vida. Un héroe del pueblo. No le importa que vaya a ser padre. Es ante todo un torero, un valiente, que da la cara ante su público y se juega el tipo.

Igual de valiente es la película. Contracorriente. Taurina. En blanco y negro. Muda. Tiene todo en contra y toda a su favor. Es diferente. Emociona. Te arrastra. Le sobra creatividad, talento, y atesora momentos mágicos. Una madrastra (Maribel Verdú) con tintes de villana clásica o una abuela (Ángela Molina) que ameniza las reuniones familiares a ritmo de copla son sólo un par de ejemplos. 


Nadie concibe una Blancanieves sin enanos. Ellos son los reyes de la función.  Aquí toreros cómicos que con su carromato recorren los pueblos de feria en feria. Hombres y mujeres de cuerpo pequeño que aman, sufren, sienten miedo, o se dejan llevar por su envidia. Hoy en día ya no quedan. Dicen por ahí que es un trabajo indigno para estos pequeños seres. Sinceramente, creo que es peor la cola del paro y espero, que entre otras cosas, esta película sirva para que los espectáculos cómico-taurinos vuelvan. Muchos acudimos por primera vez a una plaza de toros para ver el bombero torero y de este tipo de espectáculos han salido grandes maestros (basta con mencionar a Ortega Cano)

Nos falta el príncipe. El príncipe somos nosotros. El público que no puede evitar enamorarse de esta Blancanieves torera, genuina, que pisa el ruedo con fuerza y para quien sólo hay dos salidas, puerta grande o enfermería. Aquí, salida a hombros. Aplausos. Dos oreja y rabo. Faena histórica la esta película que ya por méritos propios forma parte de la historia de nuestro cine.