Confieso ser
"ministérico", es decir, seguidor incondicional del
Ministerio del Tiempo, una de las mejores ficciones producidas en nuestro país. Con Tele 5 convertida en un vulgar patio
de vecinos, Televisión Española ha decidido, al menos por una vez,
hacer valer su condición de ente público y demostrar que el
entretenimiento no está reñido con la calidad y el aprendizaje. La
segunda temporada ha arrancado por todo lo alto al revisitar el mito
del Cid, quien tal vez no obligó a monarca alguno a jurar en Santa
Gadea, y resultó ser un simple mercenario al servicio de reyezuelos
tan egoístas como él.
Salvador Martí,
subscretario del Ministerio, siguiendo instrucciones de Presidencia,
ha creado la Dirección General de Asuntos Taurinos. El tiempo es el
que es y la reglas claras, no podemos cambiar nuestro pasado. La
influencia de la tauromaquia en la historia es clara. Sin toros Goya
nunca hubiese sido el mismo y Lorca jamás hubiese escrito buena parte de
su obra. Los toros están ahí, y forman parte de nuestro pasado,
presente, y futuro. Me ofrezco voluntario para ser funcionario del
Ministerio, adscrito a la Dirección General de Asuntos Taurinos. Si
se confirma el fichaje el jefe de patrulla será Belmonte.
Una de las primeras
misiones que debemos afrontar es determinar la causa directa de la
muerte de Manolete. La puerta 1324 nos trasladará a Linares, al 28
de agosto de 1947. Acudiremos al festejo. Debemos averiguar si
Manolete falleció como consecuencia directa de la cogida del toro
Islero, o bien a raíz de una
transfusión de sangre incompatible o en mal estado que se le
practicó en el hospital tras haber sido correctamente operado en la
enfermería de la plaza. Contamos con la ayuda, como agente de campo
del Ministerio, de una de las criadas de Doña Angustias, madre del
diestro. No debemos evitar el fatal desenlace. Si lo hacemos
cambiaremos la sociedad española de los años 40 y le privamos de
uno de sus mitos.
En nuestra agenda
también está pendiente averiguar algo más sobre la relación entre
Luis Miguel Dominguín y Picaso. En los últimos meses han sido
subastas en Sotheby's varias cerámicas de temática taurina que se
daban por desaparecidas o destruidas, lo cual hace suponer al
Ministerio que alguien está viajando al presente con objetos del
pasado. Todas las piezas subastados tienen en común ser un regalo
del pintor malagueño al torero madrileño. En la información previa
a la misión nos ha sorprendido la personalidad del maestro
Dominguín. Amoral, triunfador y seductor, hemos descubierto que
prohibió la caza del lince ibérico en su finca con el fin de
proporcionar un hábitat seguro a esta especie y evitar su
desaparición. Famoso por su conquistas femeninas, confesó a nuestro
agente de campo, un comunista que vive en la clandestinidad y amigo
de su hermano Domingo, que "no merece la pena conquistar a
una mujer de primera si después no se lo puedes contar a los
amigos". Según los críticos de la época era un torero
largo, poderoso, que dominaba todas las suertes. Se autoproclamó
número uno.
El plan previsto es simular ser comunistas perseguidos por el Régimen Franquista, y haciéndonos pasar por miembros de su cuadrilla, cruzar la frontera, y supuestamente refugiarnos en Francia, donde visitaremos la casa de Picaso. Según nuestros informes Dominguín ayudó a muchos comunistas a huir a Francia utilizando esta estrategia. Entraremos en contacto con el entorno del torero en una cacería a la cual acude el mismísimo Caudillo, algo habitual por entonces, y Camilo Alonso Vega, terror de la izquierda clandestina, y donde, según la leyenda este ultimo le preguntó al diestro quién de los tres Dominguines, el maestro o sus dos hermanos, era comunista. Luis Miguel contestó delante del Dictador que los tres. Intentaremos confirmar este hecho.
Esperamos contar con
los medios suficientes dado que tenemos mucho trabajo por delante.
Ayer, sin ir más lejos, nos llegaron noticias del descubrimiento de
una grabación, se supone que desconocida, de una fiesta flamenca en
el cortijo de Sánchez Mejías con los miembros de la Generación del
27 metidos en juerga, incluido Lorca, que toca el piano. No podemos
cambiar nada pero un hecho es cierto y probado: la tauromaquia
forma parte de nuestro ADN. Nuestra cultura, sin toros, no se
comprende, y Lorca, Goya, Picaso, Alberti, José Bergamín u Ortega y
Gasset hubiesen sido otros.