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martes, 3 de marzo de 2015

Epopeya de una ganadera



Homero compuso en el siglo VIII a.C. “La Odisea”, poema épico compuesto por 24 cantos a través de los cuales nos narra la vuelta a casa de Ulises rey de Itaca  tras participar en la Guerra de Troya. En Itaca, su isla, Ulises dejó a su esposa Penélope al cuidado de su casa y de su hijo Telémaco. Contra todo pronóstico, y de un modo irracional, basándose en el amor a su esposo y su familia, Penélope fue rechazando uno tras otro a todos sus pretendientes, quienes sólo buscaban dilapidar las riquezas que su marido. Finalmente, después de veinte años,  Ulises consiguió regresar convertido ya en un héroe gracias a su intervención en la Guerra de Troya.



Rita Vaz es una especie de Penélope del siglo XXI. Hace ya dos décadas que su abuelo le legó un tesoro genético; La Ganadería Vaz Monteiro. Ella es la actual propietaria del hierro más antiguo de Portugal, Vaz Monteiro, con encaste propio y cuya antigüedad se remonta a 1843. Como Penélope lleva veinte años esperando el regreso de su héroe, de un semidios. El toro bravo.



Contra todo y todos, incluida la opinión de su propia familia que creía que aquellos toros no valían para nada, Rita se propuso demostrar que si servían. No humillan. Se equivocan pensó. Mis toros humillan. Decidió entonces cuidar, alimentar, y vacunar, como si se tratasen de sus propios hijos a unos toros y vacas que desde entonces son parte de su familia. Ellos, en pago de sus desvelos, humillan.



Es imposible conversar con Rita y no hablar de sus “niños”, del profundo amor que les profesa. Es ganadera, pero también aficionada y persigue un toro que embista en cada acometida. No quiere en su finca un animal de carretón persigue un trapo. Ama sus toros, mima sus vacas y escoge con sumo cuidado sus sementales. Si los toros son un reflejo de su ganadero no cabe duda que los Vaz Monteiro son animales temperamentales, bravos, que no evitan el combate, pero también nobles.


 

La suerte de varas es imprescindible en casa de Rita. Como ella misma reconoce, cuando un toro empuja al caballo es un combate entre el dolor y el valor. El toro debe demostrar su carácter. Es el único momento de la lidia en el que animal tiene dos opciones, sobreponerse al dolor y demostrar su bravura aceptando el combate o rechazarlo. No basta con aceptar una vez. La vaca brava que anhela Rita debe luchar varias veces. Tiene que entregarse aunque su cría este berreando reclamando alimento. La madre es un animal bravo que prefiere por un momento la lucha. Para conseguirlo todo debe hacerse sin prisas. Las vacas aqui se tientan con cuatro años, cuando ya han criado y están en su madurez. De esta forma las futuras madres pueden mostrar su carácter. A fin de cuentas, veinte años no son nada.