domingo, 6 de marzo de 2016

Toros y política

Eduardo Gavín, presidente del Ateneo Cultural Orson Welles, presentó el pasado sábado en Logroño, en el marco del Invierno Cultural Taurino 2016 que organiza la Peña Taurina El Quite, el nuevo número de la revista “El monosabio”. Un monográfico que analiza la compleja relación entre política y toros.


El editorial de la mencionada publicación defiende el carácter transversal ideológico de la fiesta. “Afirmar que las corridas de toros son un resquicio del franquismo es una ignorancia aplastante, pues el rito taurino se pierde en la prehistoria y pasa por Grecia, Roma, y el medievo, hasta nuestros días. Decir que pertenecen a las clases privilegiadas es propio de quien desconoce al pueblo y al mundo rural. Querer acabar con ellas por motivos políticos es atentar contra las costumbres, fuente de derecho, y la cultura popular de muchas naciones. Una triste maniobra globalizadora y homogeneizadora. Nuestro deber, como aficionados, es suplir a unos estamentos taurinos que faltan a su obligación de defender y difundir del rito taurino como riqueza antropológica y única. Es necesario evitar que desaparezca este anacronismo como queremos evitar que desaparezcan las pirámides de Egipto”.


El toro es un elemento totémico de la cultura mediterránea (Zeus se transformó en un toro blanco para raptar a la bella Europa) y las actuales corridas que sobreviven en la Península Ibérica son la última expresión. Un ventana al pasado que nos recuerda al mundo rural y las costumbres más ancestrales en torno a las cuales se organizó la especie humana. Un tesoro antropológico, un bien inmaterial patrimonio de todos. Hablamos de costumbre cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, y la costumbre, tal y como sanciona el artículo 1 del Código Civil, es fuente de Derecho, con caracter supletoria detrás de la ley.

El cambio de las leyes requiere de una amplio consenso social. Para Eduardo Gavín los antitaurinos no son mayoría, aunque si debemos admitir que han conseguido que un gran sector de nuestra sociedad,  y que hasta el momento permanecía indiferente ante el fenómeno taurino, vea con buenos ojos sus postulados frente a unos estamentos taurinos (toreros, ganaderos, empresarios...) que no han sabido o no han querido defender la fiesta dejando esta labor a los aficionados y clubes.

María Antonieta ignoró al pueblo francés encerrada en Versalles dedicadose únicamente a sus representaciones teatrales en El petit Trianon. Nunca imaginó que le cortarían la cabeza. Nicolas II, el último zar de Rusia no se preocupó de mejorar las condiciones de vida de los campesinos y obreros rusos. Era el padrecito de todos ellos. Lo fusilaron. Los profesionales taurinos viven aislados en su mundo de cortijos, fincas, o patios de caballo, como si la sociedad no hubiese cambiado y sin dedicar esfuerzos a defender y promocionar la tauromaquia. Las corrientes animalistas, por su parte, perfectamente organizadas, van ganando terreno. Son, no olvidemos, una nueva religión que equipara el hombre a los animales, algo muy peligroso desde el punto de la lógica. Si hombres y animales son especies al mismo nivel se podrá castigar con iguales pena la eliminación de cualquiera de las dos. Himmler, político nazi e ideólogo del Holocausto, tras acudir a una corrida de toros en Las Ventas en 1940 afirmó que se trataba de “un espectáculo deleznable y extremadamente sangriento”

¿Y los políticos actuales?  La mayoría, salvo excepciones, manejan sin pudor la fiesta con un único fin: rentabilidad electoral. Las corridas de toros no son propiedad de ideología alguna. Si realizásemos una encuesta entre los asistentes a una corrida de toros con el fin de comprobar a quién han votado en las últimas elecciones encontraríamos, para sorpresa de muchos, votantes de Izquierda Unida, PNV, PSOE o PP.


Reflejando esa pluralidad el último número de “El monosabio” incluye entrevistas a Pío García Escudero, presidente del Senado y miembro del Partido Popular, Fernández Bermejo, exministro socialista de Rodríguez Zapatero, o Antonio Tereno, alcalde comunista de Barrancos, una de los dos villas que ejercita la suerte de matar más allá de la frontera en el vecino Portugal.

Asimismo, la citada revista repasa las numerosas prohibiciones existentes a lo largo de la Historia demostrando que “gran parte de los intentos de prohibición vienen de las fuerzas más negras de la política. Desde los Papas más siniestros del Renacimiento, a Salazar en Portugal, pasando por los recién llegados y despóticos Borbones. Sin embargo, el florecimiento de la tauromaquia se da en las épocas de mayor esplendor de la ilustración, el afracesamiento, el liberalismo, las repúblicas, o incluso la movida madrileña”. 

La publicación además incluye interesantes reflexiones. La periodista Covadonga del Peso recuerda a Enrique Tierno Galván quien afirmó en su ensayo "Los toros, acontecimiento nacional" que "cuando el acontecimiento taurino llegue a ser para los españoles simple espectáculo, los fundamentos de España en cuanto a nación se habrán transformado. Si algún día el español fuere o no fuere a los toros con el mismo talante con que va o no va al cine, en los Pirineos, umbral de la Península, habŕia que poner este epitafio: "Aquí yace Tauridia; es decir, España".


"El monosabio" también revindica a  Melchor Rodriguez, " el Ángel Rojo". La actual corporación municipal de Madrid en aplicación de la Ley de Memoria Histórica ha decidido dedicarle una calle. Es justo.  Anarquista y sindicalista, Melchor Rodriguez fue nombrado delegado de prisiones en Madrid durante la Guerra Civil. Intentó frenar, y lo consiguió en muchas ocasiones, las sacas que se practicaban en las checas y concluían con fusilamientos al amanecer en la tapia del cementerio. Llegó a armar a los presos políticos. Era novillero. 

¡Qué  nadie olvide que los toros forman parte de la memoria colectiva de nuestra sociedad! Borrar nuestro pasado, nuestras raíces, nuestros recuerdos, puede tener consecuencias desastrosas. Pregunten a los familiares de enfermos de Alhezeimer.



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