lunes, 9 de febrero de 2015

Cosecha 2015

Con la entrega de los premios Goya el Cine Español acaba de forma oficial su temporada. Es hora por tanto de puntuar y valorar la añada. A modo de juego, imaginemos que la Academia es una gran bodega, cabe preguntarnos que vino corresponde a cada película.

"La isla mínima" es un vino tinto gran reserva. Elaborado con los mejores frutos, Javier Gutiérrez o Raúl Arévalo, el bodeguero, Alberto Rodríguez, consigue un producto de gran calidad. Los vinos calificados en Rioja como Gran Reserva son la obra cumbre de cualquier enólogo. Mimados hasta en el detalle más insignificante sólo se elaboran con grandes cosechas y son criados un mínimo de dos años en barrica de roble y tres años en botella. Envejecen de forma excepcional. En "La isla mínima" todo está medido. Cuidado. Doñana es un personaje más. El alma de esta película que apasiona y enamora, como los grandes reservas, cuyos sabores vuelven a nuestra boca una y otra vez después de la última copa. Cuando se encienden las luces todavía sigues pensando un rato en la lluvia de Doñaña. Llamada a ser un clásico envejecerá de forma excepcional.




"Magical girl" es diferente. Una bella rareza que sólo un artista completo puede concebir. Puede gustar o no pero su principal virtud es no parecerse a nada ni a nadie. Sadomaquismo, asesinatos, prostitución, enfermedades terminales, y mucho más para contarnos que el amor de un padre hacia su hija no conoce barreras ni fronteras. Los vinos de autores rompen toda regla establecida. No respetan los periodos de crianza mínimos que establece el Consejo Regulador pero por su contrastada calidad están presentes en las mejores mesas y restaurantes. Son el proyecto más personal de cualquier enólogo que se encarga personalmente de supervisar todo el proceso, desde el cultivo de la uva a las propias etiquetas. "Magical girl" no aplica norma alguna. El director-guionista se la juega en cada pirueta de guión, más osada que la anterior, pero como las piezas de un rompecabezas todas encajan aunque no sepamos como. Algunos lo llaman cine de culto, cine de autor. 




"Ocho apellidos vascos" es alegre, divertida, sabe a poco, irradia felicidad. Parece sencilla pero no lo es. Requiere maestría jugar con los estereotipos sin caer en la simpleza. Es vino joven, en apariencia fácil de hacer aunque no lo sea. Es necesario saber cuando hay que  vendimiar y cuanto tiempo hay que dejar fermentar el mosto. Sin pasarnos. Un paso en falso y tenemos un zumo simplón, malo, cuyo destino final es convertirse en vinagre. El vino joven debe tomarse en el año. Envejece mal. Perfecto para ir de chiquitos con la cuadrilla. Para subir, bajar, y volver a subir la calle Laurel. "Ocho apellidos vascos" es una comedia para disfrutar en compañía. Acabada la proyección, con un vino en la mano y un pincho en la otra, toca recordar los mejores chistes y volver a reírnos. A lo mejor dentro un par de años no nos hace tanta gracia. Tampoco creo que esa sea su pretensión.





No hay comentarios:

Publicar un comentario