Queridos Reyes Magos
A las cinco de la tarde, como cantó Federico, Sánchez Mejías encontró la
muerte. También a las cinco de la tarde, hora del té en Gran Bretaña,
los aficionados, españoles y franceses en su mayoría, renovamos nuestro
compromiso con la Tauromaquia. A las cinco de la tarde nos sentamos en
los tendidos, ilusionados, exactamente igual que un niño cuando ve a los
Reyes Magos.
Bizet y Merimée eran franceses. El primero es autor
de la mejor partitura posible para una tarde de toros. El segundo ha
elevado a la mujer española a la categoría de mito erótico como nunca
supimos hacerlo antes. También ha sido otro francés, Jean Cau, quien
mejor ha definido lo que siento cada vez que voy a los toros. Emoción.
Ilusión.
Jean Cau era secretario personal de Jean Paul Sartre,
además de escritor, periodista, o redactor de Le Figaro o Paris-Match.
Enamorado de los toros era, además, un respetado miembro de la extrema
izquierda gala. Resulta llamativo la cantidad de intelectuales
procedentes de la extrema izquierda (cuando ser rojo significaba
jugársela de verdad, correr por las calles) que admiraban la
Tauromaquia. Ahora basta con acudir a una tertulia de televisión e
insultar a quienes acudimos a la plaza. ¿Asesinos? No. Somos amantes de
la vida, del arte, de la emoción, de la ilusión.
Cada 6 de enero me despierto con la ilusión de ver qué me han traído
los Reyes Magos. Soy afortunado. Por unas horas regreso a la infancia.
Muchas tardes, en Logroño, Pamplona, Bilbao, Zaragoza, Madrid, Mont de
Marsan, Orthez, Vic-Fesenzac… recupero esa ilusión. Vuelvo a ser un niño
que espera ilusionado que tres magos le sorprendan. Me regalen su arte.
El próximo año quiero emocionarme. Anhelo la emoción que sentí en el
tercio de varas de Cubano (Valdellán) en Vic-Fesenzac, o en la pelea que
gallos que mantuvieron Urdiales y Castella en Logroño. Soy deudor del
valor y el duende que desplegó Ureña ante Rizos (Adolfo Martín) en la
Feria de Otoño. Quiero volver a experimentar que un minuto tiene noventa
segundos, como me hizo creer Diego Urdiales en Bilbao. Ilusión. Arte.
Emoción. Pido a los Reyes Magos además, libertad y respeto para
disfrutar mi pasión, los toros, y gracias a la cual, por unas horas,
vuelvo a la infancia. De momento se han portado bien y me han traído un
anticipo, los Saltillos de Moreno Silva vuelven a Madrid.
Brindo con ustedes con una copa de Rioja en la mano por una Feliz Navidad y Próspero 2016. Nos vemos en las plazas.
“Os
lo digo de verdad: amar los toros es tener el arrojo del jugador de
póquer que espera verse un as entre las manos, que saca dos sietes y que
continúa; es desear que el viento cambie antes de las cinco, es rogar
al cielo que los toros embistan, que no sean ni bizcos, ni cojos, ni mal
intencionados, etc; que el matador esté inspirado, que los bichos no se
queden en las picas, que los peones no metan la pata, que la estocada
sea buena, que el descabello fulmine, etc. Amar los toros es, cada
tarde, a eso de las cinco, creer en los Reyes Magos e ir a su
encuentro”.
Jean Cau.
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